miércoles, 12 de diciembre de 2007

Diario de Petrelli XIII

Ni una despedida... nada de nada.
Esta mañana he abandonado la granja junto a Morgan y me he encaminado hacía el sector B... nadie se ha despedido de mí. A medida que mis pasos rebotaban contra el suelo mi corazón iba perdiendo peso. Me encontraba libre, una sensación extraña y maravillosa. Quizás mi mente se había acostumbrado ya a aquello y acallado mi alma... ahora nadie la retenía.
No pido que lo entiendas Nessie, sólo que me dejes disfrutarlo. No quería morir allí. Ese no es mi destino.

Morgan es un individuo raro. No por ser un predicador propiamente dicho, sino por los continuos tics que asolan su cuerpo. Siempre parece querer mirar atrás y a veces se para en seco solo para olisquear el ambiente. He supuesto que llevaba tiempo encargandose de las vallas y su manera de sobrevivir era esa. Una manera paranoica.
Su pelo está sucio y dejado, excesivamente largo. Me lo imagino con una calvicie incipiente tapada por su sombrero negro de ala ancha. La gabardina también se encarga de ocultar su cuerpo de maestro de la lucha libre, me recuerda a aquél luchador, "Undertaker" creo que se llamaba. Que ironía de nombre ahora que los que nos entierran son los muertos...
De todo esto ha habido una cosa que me ha escamado, suelo fijarme en los detalles y creo que nuestro predicador no lleva alzacuellos Nessie. Eso no debería ser así... pero no hay manera de comprobarlo. Su gabardina le tapa también el cuello. Esperaré a comentarte más.

El terreno por el que nos movemos es tierra y campos, planicie americana. Veo campos de trigos a los costados dónde cabe la posibilidad de esconderse casi por entero... o que alguien esté escondido.

Es hora de volver a caminar. Creo que por hoy ya sabes demasiado Nessie. No me gustaría tener que matarte.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nessie... ataca!!